Era tan poco en la vida, tan poco que nada era…
A el Feo nunca le hizo falta muleta para saltar
la talanquera.
Se reía él de la muerte oiga, y enfrentaba
a porta gayola la vida, loquito él, saltaba
con la muleta la talanquera.
Era un pobre aficionado que deshizo las
fronteras, desde Córdoba a Barcelona,
clavando la puya, cantó por Camarón en
los pajares que mitigaban el hambre y la
faena.
Lidió con acebuches y chicuelinas, y decía
el Feo, que sí que lo decía oiga, que le
llenaba el buche un plátano y un vaso
de manzanilla.
Se dejó el corazón en el segundo tercio,
más de quince rehiletes la vida le ofreció,
que decía la Piquer, si nadie me va a llorar,
y decía el Feo, que profanen a Manolete,
loquito él, que sabrá de lágrimas el mar.
Estoque, capote y Cossío, ay Feo,
que ayer gritaba un olivo, loquito él,
qué orgullo haber conocido al maestro
de Castro del Río…
👍
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