El azar siempre ha querido que los poemas
provengan de la misma mano.
La zurda, otrora servible, se dedican a portar
las placas calcáreas que apaciguan la comezón
de mi pierna izquierda, la cual acompasa mi
caminar con la misma decadencia que un
buen rock´n´roll.
Escribo desde aquel dia, en el que mi cabeza,
devastada como los pasillos de primark en
rebajas, fue expulsando las ideas que
apolillaban mi ser.
Alguno me supone adoctrinado en la
lectura, incluso aclaman que soy dueño
y señor de cierto don.
No creas todo lo que ves.
No es oro todo lo que reluce.
Todo lo que sale de mí, nunca fue
mérito de un servidor.
Las palabras que quisiste leer,
es la culpa que vomitan mis dedos,
antes de que vuestro mundo,
llene de mierda la fachada
que cela mi
desnudo…