Las ventanas de cartón y un cielo
plomizo, y los campos de batalla las
lindes de los muebles del salón.
Compartimos la rabia de los que abrevan
de la misma teta, de los que comparten
plato y alma y saben que la esperanza
es solo una excusa.
La mirada que congela los inviernos
predica tormentas y veranos en la reguera.
La mano que sujeta otra mano suplica
el cariño que en mi pecho deshiela
Se absorbe en el pasar de páginas,
y florece en el prólogo donde mi vida encalla,
y guarda secretos en los adoquines que
soterran el parque la yaya.
Las seis diferencias que nos reclaman
quieren morir al despertar, y la huella
que lastra mi lágrima me dice por quien
debo respirar
La sangre de mi sangre sabe del razonar,
del miedo a no llorar, del pulular de una
mente inquieta,
y aunque arrecie el temporal, el presente
nunca olvidará, las tardes en la
caja de
galletas…