Recojo los pedazos de humildad que manaban de la fuente seca, y los cuelo por el butrón del desencanto Yerro en cada paso que acometo, y me someto al juicio de las tardes baldías. Sigue siendo el corazón de los dos, el mas bellaco, y no despuntan mis temores, ni acarician las yemas de mis… Sigue leyendo La Grillera
Debe estar conectado para enviar un comentario.