Te lo dije mil veces. El destino y los dioses me tienen ojeriza. Se ríen de las lágrimas del viento y cambian a menudo la arena del reloj que descabalga las patas de mi cama. El mirlo blanco que templaba mis sabanas se deshace en los charcos que alfombran el camino hacia tu casa. Pienso… Sigue leyendo Entrepierna
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