Ya no…

Ya no me duele el tañer del hielo en la copa, los abrazos que agrietan lamentos, ni la inquina que en mi habita con cada derrota; el titiritero que enfosca la rabia dormida, se amaga al lado de mi fosa y se troncha en cada amanecer.

Cien mil disculpas y el odio que apesta a romero, no bastan para dedicarte un salto con tirabuzón en las aceras de Trocadero, que yo nunca presto mis manos a otras que quieran doblegar el batir de huevos que repica en mi vertedero.

Si me permito la tristeza es por saber que el pasado venidero se resiste a perecer, que el atajo a las ventanas de tu cielo, hace mella en mis inviernos y desnutre el verbo ser.

Si me tropiezo, quizá no vuelva a levantarme, las yemas que rozan el filo me gritan que todo esta listo para rebanar la madrugada, que azota el siseo escondido, que en las paredes de mi cueva cincela un nuevo despertar

Ya no espero mas que el latigazo arrepentido que cruza la espalda sin llamar, el agrio dulzor de las cenizas que me escupe la espuma del mar…


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