Aún no te has ido.
Puede que me este volviendo loco, puede que el devenir de los años este haciendo mella en el campanario y que todo lo que siento solo sea la flama del licor que se asienta en mis venas.
Sigues aquí, en las pelusas del suelo, de copiloto en el sofá, el estruendo de tu ronroneo sigue acompasando mis noches y el trashumar al bebedero se ha vuelto camino en barbecho. Todo lo que me queda de ti, casi nada, lo guardo dentro de mi pecho. En ese hueco reservado a la melancolía, que va creciendo y oprimiendo, y no me deja respirar, ya casi no puedo respirar.
Me gustaría que supieras lo importante que has sido, que tu paso no fue en balde, que aquí siempre tendrás tu casa por si decidieras volver, que entendieras que la vida al fin y al cabo es solo eso…
Por aquí todo sigue igual, o casi. Ha llegado «algo» con ganas de quedarse, a poner las cosas en su sitio. Ha venido a decirnos que no somos tan imprescindibles ni tan trascendentales; por lo menos a nosotros, participantes del estado del bienestar, porque resulta que los del tercer mundo ya lo sabían. Ha venido a eclipsar tu falta, a desviar la mirada a otros derroteros, pero no… los dos sabemos que cuando rugen las tripas no hay palmas que nos toquen.
Te echo de menos
Podría haberme ahorrado regueros de sal, noches en vela y alguna que otra esquirla entre los dedos. Menos mal que no lo hice. Podría haberme quedado inmerso en el rebaño, rebatir tu dura existencia en conversaciones de mierda, con «personas» de mierda, cuya única inquietud es soltar lastre para seguir tragando mierda. Menos mal que no lo hice.
No somos tan diferentes, mismos achaques, mismas pretensiones. Te debo mil disculpas y el doble de tiempo que he malgastado.
Y en este mundo ingrávido invadido por el miedo, tan falto de Dieguitos y Mafaldas, solo te pido que esperes, que a mi, entre el cielo y el suelo, si me dan a elegir, me quedo contigo…

Te quiero pequeña💓
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