Se avecina la calma en el quicio
de la tormenta.
Lo añorado se vuelve tangible y la
metralla se torna remanso de aceite.
Vuelven a sus nidos las golondrinas
y la dicha vendrá para quedarse.
El futuro se vuelve incondicional y el
pasado lamerá las heridas que cincelé
con mi boca, anegando la angosta trocha
que es mi sino.
Nunca fui dueño del mañana, y las palabras
que no me caben en la boca amasan el
matiz que anhelan mis ajados lagrimales.
Siempre me faltara algo, el inconformismo
de la ausencia de tu piel hace que la mía
se sienta sola, y llena de promesas
imcumplidas el comenzar de mis dias.
Echo en falta el morder de uñas cuando
se antojaba que venias, y la soga que
anudaba el cuello cuando los besos
saben a despedida.
Se que algun dia vendras para quedarte,
y mis sueños desprovistos de toda culpa,
llenaran de sonrisas los días sin verte,
y solo entonces cariño mio,
sabrás lo que dolió,
el no saber
quererte…