Amanecía desbocado como un miura,
y crujían los pilares que sostenían el dia.
Sus andares eran toscos, cansinos, como
la pesadumbre que ampara las noches más frías.
Cucaba el ojo a la mañana, y enseñaba los dientes
como un niño mellado.
Podías contar sus años de malandanza en los
surcos de su rostro, tan aniñado.
Las manchas de su piel pincelaban el mapa de
la bondad que exudaba, como acotan el mapa
las lágrimas del que añora su tierra.
El sinfín de virtudes que poseía rebatía en duelo
con su fulgor, tan obstinado.
Su mirada se amorraba al despuntar la noche
y no encontraba consuelo si no ardía mi alma
en la cuneta.
Se fue, como se va casi todo, sin impedimentos.
Hazme un favor.
Si le ves, dile que las manos ásperas siguen
encallando y esperando, que la vida sigue
doliendo, que a las briznas de hierba que
esquilmamos le debo los te quiero,
que a la noche en la cornisa
de su cielo le sigo
esperando…
👏👏👏
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