Recojo los pedazos de humildad
que manaban de la fuente seca,
y los cuelo por el butrón del desencanto
Yerro en cada paso que acometo,
y me someto al juicio de las tardes
baldías.
Sigue siendo el corazón de los dos,
el mas bellaco, y no despuntan mis
temores, ni acarician las yemas de
mis dedos las juntas del solado del
jameo.
Abro la grillera y me enfrento al día
Lo tengo todo listo: unos pantalones
desavenidos, una camiseta de tirantes
con un agujero en el ombligo por donde
se escapa el ego, mis chanclas negras,
un paquete de eutanasia con retardo
y el inhalador para los bronquios.
Prepárate mundo.
Hoy tu cielo no me asusta
Llevo los pulmones cargados de hollín
y plata,
llevo el gemir de las ratas que mis
noches desanudan,
hoy mundo,
los que van a morir,
te saludan…