Últimamente pierdo la memoria más de
lo habitual.
Mi único don reconocido ha decidido
tomarse unas vacaciones sin fecha de regreso.
Es como si todo lo nuevo necesitara hacerse
hueco y de manera aleatoria fuera borrando
uno a uno los recuerdos que atesoro.
Bien es cierto que mantiene lo realmente
importante:
La mano de mi padre por debajo de mi
camiseta en el sofá, el aliento de mi madre
en mi boca, el tacto de las manos de mi abuela,
la tos y el gruñido de mi abuelo, las caras de mis hijas
al nacer, el fluir de la sangre de mis hermanos y
todos los ladridos que me muerden.
Al resto podría prenderle fuego.
Incluso a esto que te escribo.
No me hace falta nada más para respirar.
Nunca tuve ninguna aspiración pretenciosa
ni memoria para alineaciones, ni paciencia
para historias de “milis” y carreras de coches.
Todo lo que llevo en la cabeza cabe en mi
riñonera.
Mi futuro es un vaso de agua sin agua.
Y el pasado un manantial que reparte vida
allá por donde pasa.
Quizás, no estoy perdiendo la memoria,
puede que solo sea que sigo siendo yo,
o simplemente que desde arriba los míos,
no paran de recordarme,
que nuestros cojones,
nunca pasaron
por
el
aro.
👏👏👏
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