Cuéntame las canas que me acorchan
los dedos,
cuéntame al oído los versos que te debo,
que si no amanece tus ojos repican
a duelo.
Y así, relincho y descoso la espuma
al colchón, se espesa la bruma que
dice que no, me bebo los mares que
fueron penumbra.
Me arrimo al error que a mi se acostumbra.
Cuéntame del barro que mana
de tus pechos,
dime lo que no he sido y lo que pude
haber hecho
Seré por ti relente y cornisa que espiga
la rama más fuerte, seré la brisa que
bregaba en las camas de las noches
sin verte.
Me acomodo en las ramas de unos
labios inertes.
Cuéntame a la cara que vienes a por mi,
que rezuman los nichos y me llaman,
que las piedras del camino que allanan,
serán las lágrimas que un día derrame
por ti…