Me siento extasiado, fuera de mi,
mi corazón camina de la mano
de lo que un día fue tormenta.
La culpa es de ella, solo de ella.
Ella es la culpable de las noches
con luna y sin luna
de amaneceres desbocados,
de las tardes de domingo cuando
el alma se pone a llorar debajo
de la almohada.
Ella es culpable del calor
de mis sábanas,
del plañir de mis sueños,
tan desdichados…
Ella es culpable de esquilmar
cada sorbo
de la espuela de
mi cubata
Ella es culpable de las luces
encendidas,
de dormir debajo de la manta…
Culpable de todas las sonrisas de mis
mañanas, culpable del cucar de ojos
que ahuyenta a la guadaña.
Ella es culpable de nada, pues no hay
mayor verdad que la que trae la marea,
la que llega sin esperarla.
Es culpable de que ahora, yo,
hecho de nada,
nada mezclada
con la brisa de su calle,
trace mi destino en la
constelación de sus lunares…