Qué puede saber la luna de mis mal dormidas noches.
Qué sabe ella del juicio y la fe del verdugo de los sueños
Como la explico que mi piel tiene el salado de mil mares
y en mis ojos se refleja el llanto del perro sin dueño.
Que mis manos se mueren por tocar sus inviernos
y el espejo solo refleja el cadáver que un día fui
Como la digo yo que corté las venas que trazaban mi destino
mientras recogía a manos llenas las esquirlas de su olivo,
que llene la talega de barro y aguardiente
talando los nogales
de la palera que fue simiente.
Como convencerla que esquilmo a sorbos la desdicha,
que llora la espalda quebrada de soportar estrellas
que las uñas que se clavan duelen más que las cenizas
de doscientos muertos en cruces de madera.
Como decirte compañera,
que mueres cada mañana
será un placer compartir los clavos
con un alma gemela,
si a la noche, me traes los sacos llenos
de lo que tanto añoro de ella